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domingo, 21 de diciembre de 2008

EL MISTERIO DEL TAICHI INTERNO

El Misterio del Taichi int
Un Secreto en movimiento
Fecha del artículo 1/3/2000 / Fecha de alta en Natural 11/12/2003

El Misterio del Taichi interno
Un Secreto en movimiento
Fecha del artículo 1/3/2000 / Fecha de alta en Natural 11/12/2003

Algunas versiones dicen que fue un ermitaño chino llamado Chang San Feng quien recibió las enseñanzas del Tai Chi en sueños, o que quizá las inventó él mismo tras contemplar una pelea entre una serpiente y una grulla. Para otros, estos movimientos energéticos y curativos comenzaron gracias a un guerrero de la familia Chen, conocedor de los secretos de la alquimia interna taoísta.
Sea como fuere, el Tai Chi ha llegado hasta nuestros días como un completo sistema de salud que ha terminado fascinando a los occidentales. Uno de los más reputados divulgadores del Tai Chi, el maestro Juan Li, visitará próximamente Barcelona y Madrid para mostrarnos los secretos de un sistema que ha garantizado su eficacia a la hora de proporcionar salud y longevidad.

Afortunadamente algunas cosas están cambiando, incluso aquellas que parecían inmutables y amparadas por el manto conservador de una tradición milenaria. También el sistema filosófico y espiritual más antiguo de China, el Taoísmo, ha protagonizado en las últimas décadas una pequeña revolución interna que, sin perder su antigua sabiduría, ha permitido que el hombre occidental pudiera acercarse a una disciplina que en principio le era tan ajena.
Y junto al Taoísmo como telón de fondo, se ha modificado también una de sus practicas más eficaces y atractivas: el Tai Chi o conjunto de movimientos corporales diseñados para que el practicante aprenda a absorber y trasmutar las tres fuerzas consideradas esenciales por los sabios taoístas: la Universal, procedente de las estrellas, el Sol y la Luna; la energía cósmica, contenida en la atmósfera y el medio ambiente; y la energía terrestre que emana de nuestro planeta. El taoísta cree que por alguna razón hemos olvidado cuál es nuestra herencia legítima como hijos de la Naturaleza, que en nuestras manos está el reclamarla y hacerla nuevamente nuestra, y que la práctica del Tai Chi, una expresión cinética de esta doctrina, nos capacita para desarrollar nuestro máximo potencial y para vivir en armonía con los patrones de la energía vital.
Durante siglos, la mayoría de los maestros taoístas enseñaron a sus discípulos formas de Tai Chi consistentes en 108 movimientos, lo que exigía un aprendizaje difícil y lento. Con el fin de acelerar el proceso y hacerlo más asequible, maestros taoístas del presente, como Mantak Chia o Juan Li, haciéndose eco de una tradición que ha contado con ilustres figuras del Tao, llevan años difundiendo una variante del Tai Chi tradicional conocida como Tai Chi Chi Kung, que en su opinión debe ser aprendido dentro del contexto del Taoísmo.
En el libro coescrito por ambos autores y titulado “La Estructura interna del Tai Chi”< (ediciones Sirio), estos aseguran que ¡la práctica diaria del Tai Chi Chi Kung nos hace ser nuevamente como niños y nos permite aprender a movernos de forma libre y natural. De esta forma reflejamos nuestra condición con el Gran Todo, como partes del Universo. El Tai Chi Chi Kung nos da la oportunidad de ser nosotros mismos!. El Tai Chi Chi kung podría ser definido, en su esencia, como una forma concisa de trece movimientos realizados en las cuatro direcciones, que tienen el valor de aglutinar las formas más largas permitiendo así al practicante pasar rápidamente a la tarea esencial del Tai Chi, que es por otra parte la que lo diferencia de otras artes marciales: el trabajo interno. ¡No aprender la parte interna del Tai Chi, afirman Mantak Chía y Juan Li, es como no mirar el interior de la ostra para descubrir la perla!. Muchas tradiciones, un solo destino En nuestros días, la práctica del Tai Chi ha llegado a través de tres grandes linajes familiares: el estilo de la familia Chen, que combina movimientos suaves y explosivos; el estilo de la familia Yang, caracterizado por su suave ritmo y su flujo uniforme; y el estilo de la familia Wu, que aporta sutiles movimientos de las articulaciones. Por supuesto, también existen otras formas no familiares, principalmente creadas en templos y monasterios. No obstante, todas ellas comparten los principios básicos del Tai Chi: concentrar la mente y el

Chi (energía); relajarse en movimiento; mantener el cuerpo firmemente apoyado en la tierra; mantener la estructura ósea alineada con las fuerzas del cielo y de la Tierra; y permitir que el Chi o la energía circule por músculos, huesos y tendones de manera suave e integrada.
El estilo enseñado por los maestros Juan Li y Mantak Chía, el Tai Chi Chi kung, refleja fielmente estos fundamentos, pero aporta la particularidad de la sencillez y la aplicabilidad al modo de vida urbana, donde ni el tiempo ni siquiera el espacio físico de que normalmente disponemos en nuestras casas nos permitirían los largos desarrollos del Tai Chi tradicional.
Aunque el Tai Chi ha sido practicado -y sigue siéndolo- por numerosas personas de toda condición, los maestros taoístas insisten en que sólo es posible apreciar su verdadera importancia y profundidad en el seno de una completa práctica taoísta que nos posibilite desarrollar paralelamente los cuerpos físico, nergético y espiritual. Para Mantak Chía y Juan Li, este contexto más amplio lo aporta el sistema del Tao curativo, que contempla una sabia combinación de técnicas sentadas, de pie y en movimiento llamadas ¡meditaciones energéticas!, que son las que crean en el practicante una base sólida desde la que comenzar a dominar las artes internas. Mejoras de la postura, fortalecimiento del sistema nervioso, eliminación de las emociones negativas, rejuvenecimiento del tejido conjuntivo y óseo son sólo algunos de los beneficios aportados por el Tai Chi Chi Kung, que ha demostrado además su utilidad como soporte en caso de enfermedades crónicas.
Aunque muchas personas han practicado Tai Chi u otras artes marciales durante años, siguen sin saber cómo sentir el Chi o la energía. Conscientes de este situación, Mantak Chía y Juan Li consideran como primer paso en la enseñanza del Tai Chi Chi Kung el aprender a percibir y dirigir esta corriente vivificadora a través de la órbita macrocósmica, una ruta energética que circula por el meridiano gobernador (desde la parte baja de la espalda hacia arriba) y por el meridiano funcional (que corre por la parte frontal del cuerpo en dirección descendente). Esta práctica, unida a la de la Sonrisa Interior y los Seis sonidos curativos, nos permitirá comunicarnos con nuestros órganos y permitir que surja en nosotros una conciencia amorosa y agradecida hacia nuestro cuerpo.
Y más importante aún, el Tai Chi Chi kung puede de este modo convertirse en el combustible con el que llevar a cabola obra alquímica propuesta por los sabios taoístas, el viejo sueño del bienestar integral que estos maestros chinos persiguieron durante años. Un sueño que aún en nuestros días sigue estando vivo y es compartido por todos aquellos que han logrado encontrar en el misterioso Tai Chi Chi Kung la manera de convertir sus vidas en una fuente de transformación y asombro permanentes.
¡La mente dirige; el cuerpo la sigue!, reza uno de los aforismos clásicos del Tai Chi. El maestro Juan Li, que visitará próximamente España, invitado por el Instituto Cosmobiótico, para introducirnos en la estructura del Tai Chi Chi Kung, ha hecho suyo este antiguo aforismo, convencido de que todo aquel que practique diariamente estos ejercicios ¡comenzará a moverse por la vida con Wu Wei, es decir, sin esfuerzo, no haciendo y, sin embargo, no dejando nada sin hacer!.

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